miércoles, 25 de febrero de 2009

Poder militar y poder civil en la Restauración



EL PAPEL DE REY EN LA RESTAURACIÓN COMO ÁRBITRO ENTRE EL PODER CIVIL Y EL MILITAR
Solemos explicar que la Restauración de 1876 inicia un régimen en el que los militares pierden protagonismo al dejar el primer plano del gobierno a los políticos y acabar los pronunciamientos a que nos tenían acostumbrados desde los tiempos de Fernando VII. Esto es verdad en parte, ya que se había articulado un mecanismo de alternancia política entre partidos en el que el poder moderador había pasado del Ejército a la Corona. Esta institución definida como co-soberana sirvió además de para articular las relaciones entre el poder civil y el militar. El rey servía de canal a la trasmisión de las inquietudes militares y por otra parte el poder civil respetaba un ámbito de autonomía de de las fuerzas armadas en asuntos profesionales frente a las reformas. En cierto modo el predominio del poder civil sobre el militar tenía sus límites que se pondrán de manifiesto cuando el sistema de la Restauración sienta las presiones de los grupos sociales que lo impulsan a avanzar hacia la democracia durante el reinado de Alfonso XIII.
La Constitución de 1876 otorga un papel esencial a la Corona en muchos aspectos, en el plano al que nos referimos el rey estaba a la cúspide de la jerarquía militar. Según establecen los artículos 52 y 53 era el comandante en jefe del ejército teniendo derecho a a conceder grados, ascensos y recompensas:
Art. 52.
Tiene el mando supremo del Ejército y Armada, y dispone de las fuerzas de mar y tierra.
Art. 53.
Concede los grados, ascensos y recompensas militares con arreglo a las leyes.
Además la ley constitutiva del ejército de 29 de Noviembre de 1878 reforzaba esa posición. Si bien todo ello venía limitado por el artículo 49 de la Constitución:
Art. 49.
Son responsables los Ministros. Ningún mandato del Rey puede llevarse a efecto si no está refrendado por un Ministro, que por sólo este hecho se hace responsable.
Todo ello establecía una doble dependencia del ejército respecto al gobierno y al rey que servía para someter el poder militar al civil, pero a la vez creaba un problema de relaciones entre gobierno y rey.
Cánovas en sus previsiones potenció un personaje que encarnaba en nuestra pasada historia la figura del emperador Carlos I y que propiciaba la identificación del ejército con el monarca: es la figura del rey-soldado. Pretendía que el Rey fuese un joven oficial colocado en el pináculo de la jerarquía militar. Desde su posición podía ejercer una función de patronazgo paternalista con los oficiales que son sus compañeros y de ese modo podía moderar o neutralizar el peso político de los espadones. A ese fin desde el primer momento en que se encargó de la causa alfonsina propició la educación del príncipe en la academia militar de Sandhurst, luego sería potenciada esa imagen con el papel de primera fila que desempeña el recién restaurado rey en la guerra contra los carlistas. Adoptó Alfonso XII la costumbre de usar el traje militar en las ceremonias oficiales, se interesó vivamente por los asuntos militares y transmitió al ejército el convencimiento de que era el valedor de sus intereses ante el poder civil. Asimismo su capacidad para repartir títulos y honores sirvió para contentar a militares con ambiciones. Este papel se vio acrecentado hacía el final del reinado de Alfonso XII por la creación del Cuarto Militar del Rey que servía para multiplicar su contacto con oficiales con aspiraciones o buenas relaciones.
La parte negativa de la figura del rey-soldado convertía a la Corona en representante de las reivindicaciones y prestigio del ejército.
Si el procedimiento valió durante la primer parte de la Restauración provocará después, cuando las repercusión de la crisis del 98 que el rey aparezca en primera fila de las tensiones y tenga que verse en situación comprometida. Si el sistema había sido válido con Alfonso XII, entrará en crisis con Alfonso XIII. Temas como la ley de jurisdicciones, el movimiento juntista o el golpe de estado de Primo de Rivera harán volver a los militares al primer plano del protagonismo político y acabarán provocando la caída de la monarquía.
Posteriormente Franco que había vivido el papel de Alfonso XIII como rey-soldado se sirvió de parecido procedimiento para crear un fuerte vínculo entre el ejército y don Juan Carlos, vínculo que luego al Rey le fue clave para canalizar la transición hacia la democracia y para neutralizar el golpe de estado del 23-F.

sábado, 21 de febrero de 2009

El golpe de estado de Pavía




Finaliza de hecho la Primera República española con el golpe de estado del general Pavía, aunque formalmente se prolongue hasta la restauración borbónica. Había nacido la República el 11 de febrero de 1873 y en su corta vida deja atrás cuatro presidente. Es el de Pavía un golpe de estado curioso, esperado por todos. El General le había dicho al Presidente Emilio Castelar que podía contar con él si estaba dispuesto a concluir con las tres guerras civiles que desangraban al país, se refería la carlista, la cantonal y la de Cuba. La posición del Presidente era precaria, la mayoría de la Cámara compuesta por republicanos federales le era adversa ya que él era republicano unitario. Tras la insurrección cantonalista y su represión posterior puede ser en cualquier momento derribado. Parece ser que Pavía hizo saber al Presidente que si su gobierno era derrotado él ocuparía el Congreso. Se dijo que fue un golpe de estado dado por un solo hombre y aunque no es cierto del todo la afirmación contiene parte de verdad.
Manuel Pavía explica más adelante como se produjo el golpe.
Reunidas las Cortes el 3 de enero de 1873 deciden someter a votación de confianza el gobierno de Castelar. Pensaba Pavía que si caía Castelar volvería la anarquía y el cantonalismo entonces tiene informadores que le mantienen enterado sobre como van la discusión en las Cortes. Cuando supo que Castelar había perdido la votación hizo salir a las tropas de los cuarteles y ocupar los puntos decisivos de Madrid, el plan lo había establecido previamente y solamente era conocido por por seis jefes de guarnición. Pavía montado a caballo se sitúa delante del Congreso y manda a un ayudante al Presidente del Congreso exigiéndole que desalojase a los diputados. Los guardia civiles que custodiaban el edificio se pasaron a su lado y dispararon al aire en los pasillos sin entrar en el hemiciclo, los diputados salieron en desbandada por puertas y ventanas. Salmerón, antiguo presidente de la república y ahora presidente del Congreso pregunta a los diputados si deben resistir pero ya no le oyen. Había preparado Pavía cartuchos de cañón sin bala por si necesitaba hacer mayor intimidación pero no preciso de usarlos.
En días sucesivos convoca una reunión de militares y políticos que deciden continuar la República, bajo la dirección del general Serrano, pero el gobierno suspende la constitución el 9 de enero. Se abre un período en el que formalmente existe la República pero de hecho ésta ha desaparecido y la Restauración en la persona de Alfonso XII madura a toda prisa.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Alfonso XIII, su tendencia a intervenir en asuntos de gobierno




Repuesta la dinastía borbónica con Alfonso XII y establecido el sistema de la Restauración con los partidos turnantes de Cánovas y Sagasta el sistema funcionó sin sobresaltos hasta los años cercanos al fin del siglo XIX. Los cambios sociales y el impacto de la crisis del 98 configuran una España de principios del siglo XX muy distinta a la de 1875. Le va a tocar reinar a un joven rey: Alfonso XIII, rey desde su nacimiento, pero que a los 16 años asume las riendas del gobierno personalmente, en 1902. La situación es difícil y con la distancia podemos decir que no acertó a desempeñar con éxito su papel. Tuvo demasiada tendencia a intervenir en cuestiones de gobierno y eso le colocó en un primer plano siendo objeto de las críticas por actuaciones desafortunadas. Podemos explicar esa actitud por su educación y por el papel que la propia constitución otorgaba al rey; pero pudo haber propiciado la evolución del régimen de acuerdo con los tiempos y no supo hacerlo. A la larga eso le costará la corona.
Desde el primer momento de su reinado personal tenemos reflejados algunos ejemplos. El mismo día en el que el joven monarca jura ser fiel a la Constitución pide a Sagasta que convoque un Consejo de Ministros. A pesar de lo largo de la ceremonia y no ser el momento más adecuado la reunión se celebra. Cuenta Romanones que Alfonso XIII toma la palabra e interroga al viejo y prestigioso militar Weyler sobre la razón por la que se ha cerrado la Academia militar. Weyler expone sus razones. Uno de los principales problemas del ejército era el exceso de mandos y el ministro esperaba reducirlos cerrando la Academia y licenciando a los oficiales de la escala de reserva. El rey sostiene que debe de abrirse de nuevo. La discusión se encrespa y tiene que intervenir Sagasta concediendo la razón al monarca para evitar una crisis más grave.
En ese mismo Consejo, el rey toma la palabra y lee el párrafo octavo del artículo 54 de la Constitución, “ Corresponde además, al Rey: ...Conferir los empleos civiles, y conceder honores y distinciones de todas clases, con arreglo a las leyes.” y a continuación recuerda que como acaban de escuchar se le atribuyen a su persona la concesión de honores, títulos y grandezas y que piensa reservarse por completo esa función. Ante la sorpresa un ministro, el duque de Veragua, le lee párrafo segundo del artículo 49 que dice: “Ningún mandato del Rey puede llevarse a efecto si no está refrendado por un Ministro, que por sólo este hecho se hace responsable.”
Todo esto lo hace un muchacho de 16 años, pero su tendencia a intervenir no se reduce con el tiempo. No se resistía sobre todo a meter baza en asuntos militares. De hecho él sentía ser un militar. Estaba rodeado por un grupo de militares que tenían acceso a palacio y utilizaban al rey para obtener ascensos y promocionar su carrera, además de saltarse el conducto reglamentario de las decisiones. Esto provocaba choque con los mandos del ejército. A pesar de que Weyler intentó suavizar las relaciones con el monarca se produjo de nuevo un altercado cuando el ministro le presenta al rey dos propuestas. Una para cesar a un general del grupo de palacio y otra para ascender a general de división que no pertenecía al círculo del monarca. El rey se niega a firmar el cese y obliga a que se ascienda a uno de sus favoritos.
El rey llego a solicitar la clave secreta de las comunicaciones telegráficas de la Marina al ministro correspondiente, el almirante Villanueva. Se le niega porque posibilitaría al rey y a su camarilla militar enviar órdenes directas a los buques de guerra saltándose a los mandos, al ministro y al gobierno. En el siguiente reparto de condecoraciones Villanueva es marginado y dimite atribuyendolo a una maniobra del rey.
En el gobierno conservador de Francisco Silvela el monarca se opone a las restricciones del gasto militar que propone el ministro de Hacienda Raimundo Fernández Villaverde, que dimite en marzo de 1903
Un enfrentamiento grave con el gobierno se produce en diciembre de 1904 cuando en el gobierno presidido por Maura el ministro de la Guerra, el general Arsenio Linares propone al general Francisco Loño como jefe del Estado Mayor del Ejército. Alfonso XIII no acepta el nombramiento y pretende que el cargo sea para el general Emilio García Polavieja, un recomendado de su madre María Cristina. Maura se niega a plegarse al capricho real, la tensión se mantiene durante tres semanas y al fin Maura dimite el 14 de diciembre de 1904. El rey se sale con la suya pues el siguiente Gabinete nombra a Polavieja y deja sentado que va a continuar interviniendo en cuestiones militares saltándose el orden jerárquico.
Preguntado Maura en la Cámara por las razones de su dimisión responde: “Esta crisis se ha producido por la sencilla razón de que quiero entrar en palacio vistiendo la levita de caballero y jamás la librea de lacayo”.
Todas estas y otras actuaciones permitidas por la Constitución de 1876 y los políticos iran minando el prestigio de la monarquía, colocándola en el primer plano de la lucha política. Si Alfonso XII había sido un rey que supo dejar hacer a los políticos manteniéndose en un plano secundario y más elevado por haber aprendido la lección de lo sucedido a Isabel II, no es este el caso de Alfonso XIII cuya actuación acabará facilitando la llegada de la segunda república.
Alguna de estas anécdotas y otras podéis encontrarlas en el libro de Carlos Fisas “Las anécdotas de los Borbones”, de amena lectura y que os recomiendo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Narváez, creación de la Guardia Civil




En la complicada historia del siglo XIX español, la inseguridad en los campos era una constante. En las ciudades, mal que bien el orden se mantenía pero en los campos volvieron a campar a sus anchas cuadrillas de bandoleros que dificultaban la comunicaciones y ponía a los viajeros en peligro. La desamortización había desarraigado a muchos campesinos de sus tierras, y lo continuas guerras habían acostumbrado a formar partidas que mezclaban la orientación ideológica antifrancesa, carlista, liberal o la que fuese con el bandolerismo.
Acabada la primera guerra carlista, instalados en el poder los moderados se imponía la pacificación para que el desarrollo económico pudiese arraigar en el país y el comercio prosperase sin dificultades. Es ese contexto aparece la Guardia Civil. En el año de 1844, bajo el gobierno de González Bravo se proponen unos primeros decretos que no acabaron de concretarse. La idea consistía en un cuerpo que tuviese una doble dependencia: civil y militar. Cuando el general Narváez asume el poder ese mismo año, en el inicio de lo que conocemos como “década moderada” retoma la idea y encarga su organización al Duque de Ahumada. El 13 de mayo se publica un decreto que es que verdaderamente crea la Guardia Civil.
Este cuerpo muy eficaz se caracterizó desde el primer momento por su disciplina y obediencia. Una anécdota con el mismo Narváez nos puede servir de ejemplo. Este enérgico gobernante se caracterizaba por sus arrebatos de cólera en cuanto se le contrariaba y por reconocer sus errores más tarde rectificándolos. Siendo Jefe de Gobierno viajaba en carruaje hacia el teatro,es detenido por un guardia civil situándose delante de los caballos porque había recibido la orden de que no se podía transitar por aquella calle. Narváez como un energúmeno lo increpa, le amenaza, le toma el nombre y al día siguiente llama al Duque de Ahumada conminándolo a trasladar inmediatamente al osado que le ha cerrado el paso. El Duque, persona más tranquila, pone su bastón de mando encima de la mesa negándose a ordenar el traslado ya que el guardia sólo ha cumplido órdenes y presentando la dimisión para que sea su sustituto el que ordene el traslado.
Narváez reflexionando y cambiando de actitud le dice al Duque que recoja ese bastón de mando que nadie puede llevar más dignamente y a le vez dándole un cigarro puro le pide que se lo regale al guardia.

lunes, 2 de febrero de 2009

Narváez visto a través de la literatura




El general Narváez tuvo mala suerte con su imagen. Definido ante la opinión por anécdotas que respaldaban su carácter autoritario, gobernante que todo lo resolvía con la represión. Es muy significativa al respecto la que se le atribuye ante el confesor en el lecho de muerte, preguntado sobre si perdonaba a sus enemigos dijo al parecer : “no puedo, los he fusilado a todos.”
La mala imagen es propiciada en buena parte por la literatura. De él se ocupó Galdós en uno de sus episodios nacionales que lleva precisamente por título el apellido del personaje. La visión que nos transmite Don Benito es la de un personaje instalado en el poder que tiene que hacer frente a las intrigas de los absolutistas o de las persona cercanas al absolutismo. A pesar de los rasgos negativos es un claro liberal.
Baroja nos presenta en “Memorias de un hombre de acción” (“Las furias”) a Narváez en una época anterior de su vida. Está combatiendo en la primera guerra carlista, joven, ambicioso, valiente pero también generoso con el enemigo.
También en “La Corte de los Milagros” lo trata Valle-Inclán que no siente ninguna simpatía por él. En sus opciones políticas Valle había evolucionado desde un carlismo hacia un cierto anarquismo, con lo que no simpatizaría nunca es con el liberalismo burgués y moderado que un Narváez representa. Pasado a través del cruel filtro del esperpento no podía resultar simpático.
La modernidad y calidad de esta obra hace que sea la que más influye en el futuro y la que consigue imponer su punto de vista aunque no sea la que más ajustada a la realidad histórica.