Diego de León y Navarrete, conde de Belascain, título que el mismo alcanzó por su valor en combate, había nacido en Córdoba en 1807 e ingresado muy joven en la carrera militar siendo capitán de Caballería con 17 años. Participó en la guerra carlista haciéndose famoso su costumbre de cargar al frente de sus lanceros allí donde el enemigo era más numeroso. Ganó una de sus varias laureadas cuando al frente de 70 hombres paralizó a toda una columna carlista hasta que llegaron refuerzos. A los 30 años ya es Mariscal de Campo y está al frente del ejercito de Navarra, alli en 1838 tomó Belascaín, acción que le valió el título que antes mencionamos. La acción debió ser de lo más heróica, los carlistas habían fortificado un puente con varias piezas de artillería y Diego de León se lanza el primero al asalto después de ordenar al corneta que de el toque de carga. Su caballo resultó muerto, pero la posición fue tomada.
En 1840 se le nombra Capitán General de Castilla la Nueva, es uno de los héroes del momento.
O´Donell se subleva en Pamplona apoderandose de la ciudadela de Navarra, el día 4 de octubre le secunda el general Piquero en Vitoria; en Bilbao y en Vergara proclaman regente a la Reina Madre. En Zaragoza algunas fuerzas del ejército abandonan la ciudad para unirse a los sublevados.
El dia 7 los generales Diego de León y Manuel de la Concha intentan tomar el palacio real y apoderarse de la reina niña. Consiguen controlar el exterior, pero dentro del palacio un grupo de alabarderos les hace frente. Se entabla un tiroteo en las escaleras, el revuelo se extiende por Madrid. Perdida la sorpresa oyen el toque de generala por las calles, comprenden que el intento no puede tener éxito y deciden escapar, lo hacen por Puerta de Hierro. El general de La Concha consigue salir del país pero Diego de León, perseguido por un regimiento de húsares, fue sorprendido mientras bebía agua en las fuentes extramuros de Colmenar Viejo, junto a la ermita de la Magdalena. Laviña, al mando de las tropas que le persiguen es un antiguo subordinado de Diego de León y le ofrece la posibilidad de que escape a Portugal, pero Diego de León prefiere entregarse y asumir las consecuencias de sus actos autoinculpándose como único responsable del asalto al palacio.
Fracasado el intento de apoderarse de la reina el plan de los sublevados se desmorona. El consejo de guerra dura una semana en la que Espartero deja claro que quiere el fusilamiento.La reina Isabel es partidaria de que se le indulte, pero se opone su tutor Arguelles. El día 15 se le ejecuta.
El baño de sangre que se desata en la represión del levantamiento, unas doscientas personas, contribuye al descrédito de Espartero que a partir de ese momento tendrá a gran parte del ejercito y de la opinión en contra.