sábado, 20 de diciembre de 2008

La conspiración del triángulo


Una vez que Fernando VII regresa de Francia y se impone como rey absoluto anulando la constitución de 1812 (La Pepa) y los actos de las Cortes, los liberales no se conforman y a pesar de la represión que se desencadena sobre ellos conspiran para derrocar el poder absoluto. Se recurre al pronunciamiento dada la débil difusión de las ideas liberales entre la población. Se producen una serie de intentonas que fracasan como el de Espoz y Mina en Pamplona, septiembre de 1814, o el Porlier en La Coruña en septiembre de 1815. Antes de que triunfe el protagonizado por Riego en Cabezas de San Juan en 1820 aún habrá otros como el de Lacy en junio de 1817, pero antes de ellos hay una intentona muy curiosa y distinta conocida como la “conspiración del triángulo”.
Su cabeza visible fue el general Ramón Vicente Richart pero no eran sólo militares los que estaban implicados en la conspiración. Parece ser que pretendían secuestrar o asesinar a Fernando VII y proclamar la constitución del 12. Se le conoce como del triángulo porque acentuaban el secretismo actuando en grupos de tres personas. Cada uno de los conjurados tenía que buscar el apoyo de otros dos, a los que sólo él conocía y así sucesivamente. De modo que si caían en manos de la policía no pudiesen delatar más que a dos personas.
En febrero de 1816 se puso en marcha el mecanismo conspiratorio, estaban implicados militares y civiles, muchos de ellos masones ya que la masonería contribuía muy activamente en la difusión del liberalismo, pero debido al secretismo no podemos saber exactamente quien estaba detrás.
Pretendían abordar al Rey cerca de la Puerta de Alcalá, lugar por el que solía pasar en sus salidas nocturnas con miembros de la camarilla, pero no lo consiguieron porque a pesar de su sigilo la noticia había llegado a conocimiento de las autoridades. Un capitán, Rafael Morales obtuvo de sus subordinados información y puso en marcha el mecanismo que llevó a la detención de Vicente Richart. Poco después de esta detención se sucedieron otras, pero pocas pues el mecanismo del triángulo impidió que se conociese quienes estaban implicados. La solidaridad entre los conjurados funcionó y el silencio en los interrogatorios hizo que a pesar de ser detenidos unos 50 sospechosos no se pudiese imputar a muchos.
El general Vicente Richart fue ejecutado como instigador principal siendo ahorcado y también uno de sus colaboradores, el sastre Baltasar Gutiérrez . Fueron conducidos al patíbulo en un carro y al militar después de ahorcado se le decapitó.

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