domingo, 14 de diciembre de 2008

Fernando Muñoz (I)

AGUSTÍN FERNANDO MUÑOZ Y SÁNCHEZ I duque de Riansares
Nieto de una nodriza de Carlos IV, Eugenia Funes, que recibió el 30 de mayo de 1780 el privilegio de hidalguía otorgado por Carlos III, accede al primer plano de la historia de España en virtud del matrimonio secreto que contrae con la reina regente María Cristina de Borbón y dos Sicilias.
En los inicios de la primera guerra carlista, dos meses después del fallecimiento de Fernando VII, su viuda se enamora de un capitán de su guardia, Fernando Muñoz, dos años más joven que ella. Tras compartir lecho con el rey Fernando VII, su tío que casi le doblaba la edad y que en su cuarto matrimonio se encontraba bastante achacoso, parece lógico pensar que el corazón de la joven viuda se orientase hacia persona más próxima a ella en edad.
El matrimonio se celebró el 28 de diciembre de 1833, en secreto. La Regente tenía 27 años y hacía tres meses que había enviudado.
Los amores de la Regente pronto trascienden, por sus frutos y son comentados por los corrillos de la Villa y Corte en la que se hizo célebre la frase : “La Regente es una dama casada en secreto y embarazada en público”. Se ve que los liberales que apoyaban a la reina niña Isabel II y a su madre María Cristina tampoco estaban de acuerdo con la política que llevaba y aprovechaban la ocasión para presionarla con su vida privada a fin de obtener más concesiones al liberalismo como recompensa al apoyo que le otorgaban frente a los carlistas. Por otra parte los carlistas aprovechaban las difíciles circunstancias de la Regente para atacarla. Se hizo famosa la siguiente coplilla:

Clamaban los liberales
que la reina no paría.
¡Y ha parido más muñoces
que liberales había!

No les faltaba razón pues la unión era prolífica y la pareja se iba cargando de hijos. A lo largo de su vida llegarían a tener ocho.
El punto débil de María Cristina era su matrimonio secreto y sus rivales lo saben. Los propios liberales progresistas lo aprovechan en su favor. En la sargentada de la Granja, en 1836 parece ser que la amenaza a la reina para que firmase el restablecimiento de la Constitución del 12 consistió en eliminar a su marido, Fernando Muñoz, al que los guasones denominaban “Fernando VIII”. También tras la ley de Ayuntamientos, tan perjudicial para los progresistas, y que llevara a la destitución de la Regente ante la presión de Espartero, se utilizó contra ella la debilidad en la que su situación matrimonial la colocaba.
Vencedora contra los carlistas, pero presionada y derrotada por los progresistas, la madre de Isabel II se tendrá que encaminar al exilio. Nos cuenta Carlos Fisas en su libro “Historia de las reinas de España”:

“el 12 de octubre de 1.840, a las ocho de la noche, en el salón principal del palacio de Cervelón, María Cristina, espléndidamente vestida, como años después haría su hija en similar circunstancia, leyó su renuncia a la regencia en presencia de la corte, el gobierno, el cuerpo diplomático, y de cuantas autoridades se encontraban en Valencia. El 17 del mismo mes abrazó llorando a sus hijas doña Isabel II y doña Luisa Fernanda, que la miraban atónitas sin comprender absolutamente nada de lo que estaba sucediendo,y embarcó en el vapor español “Mercurio”. Al arribar a Port-Vendres, se acogió a la hospitalidad que le brindara el rey Luis Felipe I de Francia, casado con la princesa Amalia de Borbón, tía carnal de doña María Cristina”.

En la despedida la Regente dirá a Espartero: “te hice duque pero no he logrado hacerte caballero”.

El título de duque de la Victoria le había sido otorgado a Espartero por sus merecimientos en la finalización de la guerra carlista, previamente se le concediera el título de Conde de Luchana por sus méritos en esa misma guerra. No acabará aquí el ascenso nobiliario de Espartero que llegará a ser Principe de Vergara e incluso tras la destitución de Isabel II se le ofrecerá la corona de España.

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