domingo, 21 de diciembre de 2008

El pronunciamiento de Porlier




La conspiración de Porlier 1815
Porlier es otro de los que con su heroísmo habían contribuido en la guerra de la independencia a expulsar a los franceses y traer a Fernando VII, el deseado a España. No simpatizaba con el absolutismo y conspira para restaurar la constitución de 1812. Traicionado es detenido y llevado a La Coruña siendo encerrado en el Castillo de San Antón. Aprovechando que le permiten salir a tomar baños medicinales a Arteixo se aloja en casa de Andrés Rojo del Cañizal, otro liberal y desde allí prepara un pronunciamiento que inicia volviendo a La Coruña en la noche del 19 de septiembre de 1815. Se pone al frente de un grupo de militares y marcha con ellos hacia Santiago. Pero advertido el jefe militar José Imaz consigue hacer que lo detengan. Será ahorcado en el campo de la Leña en La Coruña el 3 de octubre de 1815. Otro pronunciamiento fracasado.
Así nos cuenta los hechos Estanislao de Cosca en su “Historia de la vida y reinado de Fernando VII de España”, publicada en 1842.

En la mañana del 19 de Setiembre, don Juan Díaz Porlier, que tantos laureles había cogido durante la guerra de la independencia, apellidó libertad en la Coruña, donde se hallaba vigilado tomando baños, y púsose al frente de las tropas que la guarnecían, cuyos sargentos y algunos oficiales estaban de acuerdo con el general. En el acto de proclamar la Constitución ofició Porlier a la audiencia, que se negó a sus invitaciones; entonces arrestó al capitán general don Felipe Saint-March, al gobernador y al intendente con el auxilio de la fuerza armada, y sin que se notase en el pueblo la alegría y entusiasmo propios del que logra romper las cadenas que le oprimen. Al momento circuló Porlier proclamas y órdenes a Santiago, prescribiendo a su comandante general don José Imaz que restableciese el gobierno representativo abolido por Fernando, y que secundase un movimiento que no tardaría en sentirse en el reino entero. Pero Imaz no solo se negó a tomar parte en aquella revuelta, sino que resolvió rechazar con sus tropas las de Porlier, en el caso en que intentase hostilizarle. Entre tanto el arzobispo y algunos canónigos de Santiago, juntamente con otras personas adictas por sus destinos a intereses al bando reinante, pensaron en los medios de cortar de un golpe y en su principio la sedición, y reuniendo una crecida suma, enviaron a un hombre de travieso ingenio a sondear a los sargentos sé insinuarse en sus ánimos. No tardó el activo agente en arrastrar a sus fines al sargento primero de marina Antonio Chacon, quien derramando el oro entre sus compañeros comenzó a sembrar el descontento, pintando los peligros de la empresa en que ciegamente se habían lanzado.
El general Porlier, conociendo que sí la revolución se encerraba en las paredes de la Coruña pronto sería sofocada, determinó ir a Santiago, confiado en muchos oficiales con quienes mantenía secreta inteligencia, y en la noche del 21 al 22 salió para aquella ciudad, después de haber dejado guarnecida la Coruña, y llevando consigo cerca de mil infantes y seis piezas de artillería. Con la nueva de la salida de Porlier púsose Imaz en movimiento para correr a su encuentro y batirle; pero seducidos del todo por Antonio Chacon los demás sargentos y cabos, inclinaron al soldado, y apoderándose de Porlier y de treinta y cuatro oficiales, se dirigieron con los presos a Santiago, dando aviso a la Coruña, de donde ya había huido el 23 por la mañana la tropa que allí quedó, sabido el nuevo pronunciamiento. El general y sus cómplices fueron sepultados en las cárceles de la inquisición, de las que sacaron al desventurado don Juan Diaz Porlier el 3 dé Octubre, para colgarle ignominiosamente de la horca después de trasladado a la Coruña, quemando el verdugo las proclamas y demás escritos que había publicado. Tal premio mereció el denodado guerrero que en tantos encuentros defendió el trono del monarca, cuya negra ingratitud confunde la imaginación del hombre, y es el oprobio y baldón de la tierra que sostuvo su cuna. La esposa de Porlier participó con él de todos los peligros y desgracias, y fue condenada a una larga reclusión, después de muchos insultos y privaciones.

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