viernes, 9 de octubre de 2009

Una rara forma de defender el negocio



En la antigüedad el conocimiento de las rutas comerciales era una importante fuente de ingresos y los que eran capaces de navegar cuidaban sus secretos evitando que pasasen a los demás.

Estrabón, un geografo griego nacido en Amasía, en la actual Turquía, en el 63 AC que nos dejó una “Geografía” en la que describe el mundo de su tiempo, en su libro III dedicado a la Península Ibérica nos da muchas noticias de interés. En esta ocasión nos cuenta una historia sobre los gaditanos, los romanos y el comercio con las islas Casitérides.

Era Gadir (Cádiz) una colonia cartaginesa que gozaba de prosperidad. Estrabón la describe como una isla separada de Calpe (podria ser el Peñón de Gibraltar) una distancia de entre 500 y 800 estadios ( si el estadio son 174,125 m estaríamos hablando una distancia entre 87 y 139 Km).

Dice que la ciudad prosperó debido a la intrepidez de sus habitantes y a su adhesión a los romanos.Cuenta también como era la ciudad y como fue creciendo hasta ser de las más pobladas del mundo. Sus habitantes eran los que navegaban en más y mayores naves, tanto por el Mediterráneo como aventurándose en el Atlántico. De hecho muchos pasaban en el mar más tiempo que en tierra.

Los gaditanos comerciaban con los naturales de las islas Casitérides (sobre su ubicación aun no hay acuerdo), cercanas al puerto de los Ártabros . Los habitantes de las Casitérides, a los que describe de forma similar a las de los pueblos del Norte de la Península, vestían con mantos negros y túnicas, poseían ganados y, lo que nos interesa ahora, tiene estaño y plomo que cambian por bronce y otros productos que les llevan los mercaderes.

Al principio los que comerciaban eran los gaditanos ya que sólo ellos conocían la ruta. Los romanos estaban deseosos de entrar en ese comercio. Un barco romano sigue a uno gaditano pretendiendo hacerse con el codiciado secreto. El barco de Cádiz embarranca a propósito, perdiendo su mercancia, pero haciendo a la vez que el romano naufrague. La ciudad premiará al capitán que defendió la ruta indemnizándole por las pérdidas. De todo modos los romanos más tarde se harán con las rutas, después de varios intentos.

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